jueves, 13 de enero de 2011

Esperanza

Cáncer es la palabra que mas desagrado me causa. Toda la rabia que pueda tener la podría descargar sobre esa única palabra, mas bien por lo que representa.
Mi abuelo murió de cáncer al esófago, fue una muerte digna, pero nosotros lo veíamos morir a diario, cada día un poco mas, consumiéndose, difuminándose entre cables y bolsas colgando. No sintió dolor físico, pero creo que el solo hecho de no haber podido ir a trabajar a diario debe haber sido un dolor díficil de explicar y de llevar para él. Casí un año después de haberlo operado y luego de haberle diagnosticado solo 6 meses de vida, finalmente se fue, en el sueño, sin mucho sufrimiento.
Lamentablemente, no todos pueden decir lo mismo. La enfermedad en sí es tan frustrante porque es como jugar contra el casino, las probabilidades de ganar son muy, pero muy pocas. Sinceramente es un reto al destino, un insulto a la vida.
El tema del cáncer siempre estuvo presente en mi vida, en realidad, desde que lo viví no me fue indiferente. Ataca por todos lados, la salud, la familia, la plata, la paz. La vida se vuelve una cruzada inmensa y una empresa que no se ve por dónde puede tener un buen resultado.
Tengo un amigo muy querido que lo vivió, lo pasó y siguió adelante hasta hoy, sin sobresaltos. Lamentablemente es la excepción de la gente que he conocido y me alegro por eso.
A través del tiempo he visto, oído de gente que apenas sabe de la álabra aquella se va sin mas ni mas. El año pasado una hermana de un compañero le tocó sufrir, pelear y partir a causa de la enfermedad.
Yo soy de la generación del SIDA. Yo me espanté cuando supe de la enfermedad, me espanté cuando supe que no solo era cosa de zoófilos y homosexuales, me espante cuando supe que no había cura, pero hoy ya nadie habla del SIDA, está controlado, la sobrevida que tiene alguien con SIDA es notable, apoyo estatal incluso y casí cerca de tener una vacuna. Claramente la enfermedad fue dura, pero la vida que tuvo fue corta.
El cáncer sin embargo, tiene una vida tan larga y tan sana que ya parece agente de la KGB nunca juzgado. No hay vacuna, no hay tratamiento inofensivo, no hay cura. Mil años con la enfermedad y no existe una puta cura, ni rastros de aparecer.
Estoy en estos momentos en una lucha, apoyando de frente y con todo a un amigo que está en la lucha. Toda mi rabia contra la enfermedad, la palabra y lo que representa la canalizaré para atacar el puto cáncer y que mi amigo mejore, sea un lázaro moderno derrotando a la peor de nuestras calamidades.
Es una pelea larga, pero creo (tengo la esperanza, no pienso en otra cosa) que la vamos ganando y que podremos ganar con una patada voladora en el hocico a la enfermedad esta vez.

Fuerza!!!!!

Se me cuidan.
PD: Se pueden hacer aportes y subscripciones a la Fundación Arturo López Pérez para ayudar a seguir investigando a la enfermedad. Pinchen el título para más info.

No hay comentarios.: