Y fue un jueves Santo, maravilloso, épico, inmortal, de esos días que quedan para siempre en la memoria y que uno quisiera que la sensación no acabara nunca. Noche mágica, estadio hermoso, y mas encima uno que llega temprano va cachando como se llena el estadio, a los que no van nunca, a los que van siempre, a los que los llevan, a los que no cachan que es Colo Colo, a los que van de turistas, a los que van a ver el rival, etc.
El estadio se vive de distitnas formas. Se vive distinto en Oceano, se vive distinto en Arica, se vive distinto en Cordillera, se vive distinto en Rapa Nui, se vive distinto en Magallanes. También en Tucapel y Galvarino. Pero si hay que gritar un gol de Colo Colo, el estadio es uno solo y los mismo que estaban sentados al lado tuyo y que no pescabas ni te pescaban, pasan a ser tus mejores nuevos amigos y casi hermanos de vida, compatriotas de la nación colocolina. Lo malo es que luego del éxtasis, viene la realidad de los domingos de este campeonato, donde se ven a los de siempre y los asientos vacios, pero bueno, asi es el pueblo colocolino, existista y poco comprometido.
Me quedo con la sensación de un jueves maravilloso y con la cábala de mi camiseta bendecida con la buena estrella, es la camiseta de la temporada 2006. Vez que he ido con ella al estadio el Colo no ha perdido y a lo mas ha empatado (Playoffs de 2007, Colo Colo 1 - O'Higgins 1).
Les dejo una foto de un tipo que quiso siempre andar en bici y no pudo hasta ahora.
Se me cuidan y byes babies.
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